domingo, 28 de noviembre de 2010

Partidas...


Ha sido una semana extraña, me he visto despidiendo a un gran hombre que dejó mucho en mí, a quien conocí hace unos 7 años y nos ha acompañado como familia, padre de mi cuñado y tata de mi pequeño Tomás, el papi de todos, porque así nos adoptó y así nos quisimos por mucho tiempo. Su partida fue extraña, cargada de ese tinte de negación por no entender lo rápido e inesperado de la situación, pero fue calma, por el amor que todos le profesan, por comprender que el cuerpo lo mantuvo prisionero, que lo malogró y desgastó, pero el espíritu creativo fue mas fuerte y eso es lo que todos rescatan, su grandioso silencio, sus abrazos furtivos, su amor incondicional.

Quizá soy una recién llegada a esta historia, pero me dolió inmensamente, lo recordé diciéndome hace un mes que estaba cansado de luchar contra las enfermedades y que ya no quería más, ¿por qué me escogió a mí para decir tamaña confesión?, lo más probable es que de esa forma me haya encargado cuidar a los que ama, estar ahí y no decaer, o simplemente porque estuve justo en el momento en que quiso desahogarse, no lo sé y nunca lo sabré, pero hoy tiene tanta importancia esa conversación, ese abrazo un par de días antes de que lo internaran, ese "muchas gracias por estar" que me dijo. Insisto soy una recién llegada a esta despedida, soy una abusiva por llorar cuando otros pierden al amor de sus vidas, soy una simple invitada a la que el dolor le hizo una visita y aprovechó de mover otras cosas que estaban congeladas.

Estos días en que despedimos al papi se convirtieron en eternos, se conjuga con el término de la tesis, con un resultado realmente asqueroso y vergonzoso. Con unas ganas enormes de arrancar de esos rostros por un largo tiempo, para evitar que el cansancio termine por separar el gran amor que nos tenemos, porque no quiero sentir que soy una débil frente a las injusticias, o que no puse límites, no quiero caer en la victimización para validar mi malestar, no quiero que terminen mal cinco años y grandes amistades.

Me he sentido mal, con un bajón tremendo, con una soledad vomitiva y aplastante, me he sentido disminuida, violenta, envidiosa, carente.

He recordado como inicié hace cinco años esta historia, la frase de mi madre encontrando mal la decisión (como encuentra todas las que tomo), a mi padre con un rostro complaciente diciéndome que todo lo que yo haga estará bien, mis hermanas asumiendo mi viaje como lo que siempre me ha caracterizado, que es emigrar, a mi compañero de turno enorgulleciéndose por mí (solo le duró un par de semanas), me recuerdo con cara de asco por que la situación no era la deseada, pero con el ímpetu por los cielos porque lograría estar lejos, lo más lejos posible, día a día, desde temprano fuera de la casa, lejos de las presiones, de las exigencias sentimentales impuestas por la sangre, hasta la noche, cuando la oscuridad me dejaba tendida en mi cama, silenciosa, pero con una tranquilidad que hoy no consigo.

Han sido unos días horribles, con un dolor inmenso, con unas lágrimas incansables, con un desazón aflorando por todas partes, han sido días de cuestionarme, de enjuiciarme, de observarme y no estar contenta con lo que veo, han sido días en los que he pensado que emigrar sea la mejor opción, pero esta vez sola y muy lejos, quizá por un buen tiempo, porque claramente necesito sanarme, reconstruirme, volver a creer en mí, a amarme, a entender que quizá no puedo desear algo que no está escrito para mí, a darle sentido a estas noches eternas, a esas personas que me acompañan pero me hieren.

Sé que mi partida no será del todo dolorosa, porque las historias de muchos se ven limitadas a mi existencia, porque mis padres necesitan su lugar y no que esté yo molestando, porque mis hermanas no requieren de mi compañía siempre, porque no hay otros que necesiten de mi presencia.

No hablo de morir, hablo de partir y eso haré apenas dé el examen de título, me perderé en algunos callejones santiaguinos con mi libreta y mi lápiz, caminaré por parques, volveré al mar, guardaré silencio, dejaré la vida de otros, para ver si por lo menos así, se calma esta dolorosa y eterna sensación de perder el tiempo, de dañar mi cuerpo, de una existencia inútil.

Quiero que llegue pronto el momento de partir, quiero que la soledad se manifieste completamente y no haya espectadores de mi caída como lo son ahora con sus juicios e intenciones de arreglarme la vida obligando a otros a participar de ella.

Me cansé y no tengo fuerzas para levantarme.

Me voy...

lunes, 22 de noviembre de 2010

Sin término

Casi incomprensibles se vuelven las lágrimas en esta época,
trato de encontrarles significado y parecieran tener una génesis perdida,
porque no hay nada concreto que me haga daño,
no hay un hecho que me tenga con esa pena infame,
son fruto de esa mezcla extraña de terminar y no querer que suceda,
quizá es sentir que los ciclos se cierran y que no estoy preparada para seguir,
es combatir con lo poco que queda de mí y no decaer,
es mirar rostros y saber que ya son agenos a mi vida,
es optar por partir, porque mi vida acá ya no tiene sentido.


Los fines de año cargan con esa absurda sensación de sacar cuentas,
ponerse de testigo de la propia vida
para ver si han llegado las respuestas que se buscaron durante el año
y yo como de costumbre no he conseguido eso,
no he conseguido nada nuevo.


Odio verme en el mismo lugar en el que comencé este año,
con los miedos mas arraigados
y con la soledad mas latente.
Me entristece sentir que los apegos han desaparecido
y que no tengo manos a las que aferrarme.


Este año además he dejado a muchos en el camino,
he cerrado ciclos,
he desechado amistades,
he construido otras,
he matado ilusiones y me he caído congelada
y hoy las malas noticias golpean nuestra puerta.

Buen viaje Papy!

miércoles, 3 de noviembre de 2010

¿Qué andarás haciendo ahora?


Hoy detesto el poder perdonarte,
porque me pregunto ¿qué será de tu vida?
¿cómo irán tus planes?
te he nombrado,
te he recordado.

Te he traido desde la primera vez que nos vimos,
las primeras palabras,
el primer beso y mi segura decisión de traerte a mi vida,
recordé como enloquecíamos en el verano,
despojándonos de la ropa, bebiendo y drogándonos,
la primera vez que hicimos el amor
y como nuestros cuerpos se conjugaron por mucho tiempo.

Pasé cerca de tu casa y me sonreí,
volví a pensar en cuantas veces caminé esas calles
para llegar a acurrucarme a tu lado,
para tendernos en la cama escuchando un poco de música,
esa que te hacía sentir único y de la que te vanagloriabas,
mientras yo insistía con oír un poco de trova para explicar
la intangible situación de nuestro amor.


Vino también a mi esa sensación de dolor cuando no te tenía a mi lado,
cuando no me estrechabas entre tus brazos y me calmabas con un te amo.

Vino a mí la calma de la mirada cuando nos encontrábamos,
la paz del beso y el te amo nacido de las entrañas,
el frío de las manos cuando no estaban entrelazadas a las tuyas.

Hoy detesto el poder recordarte sanamente,
porque no sé si esto vaya a pasar
o simplemenete esté evocándote para traerte denuevo conmigo.

Soy consciente de tu camino, de tu reconstrucción
y de como has forjado el hoy
dejando atrás las perturbaciones que nos alejaron,
en las que nos arrojamos lejos el uno del otro.

Sé que eres feliz y eso me calma,
ojalá supieras que el perdón ha llegado
y que puse punto final al dolor para recordar,
te recuerdo, te tengo, te atesoro, te dejo ir,
haz lo mismo conmigo,
no vuelvas ni dejes huellas,
lo exijo,
lo pido desde mi sano perdón y mis amorosos recuerdos,
aunque sigo preguntándome
¿qué andarás haciendo ahora?