martes, 23 de julio de 2019

Tengo pena
una pena miserable
de esa que hace años no sentía.

Me siento sola
lejos y perdida de mi misma,
sin rumbo
sin sueños
sin sentido.

Como quisiera ser una niña
o estar en la universidad
sin responsabilidades tan grandes
llena de valor
de libertad
de poder.

No quiero más esta vida
no quiero que otros decidan por mi
no quiero dejar de sonreír
de creer

Tengo una pena
de esas destructivas que no salen lágrimas
que no se va con los abrazos de Gabriel
ni los besos de León.


martes, 13 de noviembre de 2018

Depresión

Mi amado Gabriel ya tiene 10 meses de vida
y debo asumir que han sido muy difíciles.
No fue planeado, ni mucho menos,
llegó a una pareja semi destruida
en un nuevo hogar
lejos de mis afectos más importantes,
en total soledad, esa dolorosa soledad.

Llegó y trajo consigo una depresión
que sigue aquí
botándome en la cama de cuando en cuando
llenándome de interrogantes sin respuesta
y haciéndome caer en cuenta que mi vida ha cambiado.

Tengo 32 años y mi maleta llena de sueños se fueron a la misma mierda,
no me casé y quizá lo haga en mi edad adulta con mi último compañero y amor
no viajé por América Latina cual Che Guevara, a quién admiro y por quién mi hijo lleva su nombre
no volví a estudiar sigo enfrascada en una carrera con ganas de emerger pero sin posibilidad alguna
no tengo ahorros, solo deudas, algo que odio
no tengo un cuerpo bello, sino uno lleno de huellas del desamor; de mi propio desamor
no tengo sueños porque esos que tuve cuando era una joven valiente y feliz
los tuve que enterrar cuando me convertí en madre
y tuve que cambiarlos por otros más simples y llenos de estabilidad
no llenos de pasión ni libertad.
Hoy todo pasa por comprar una casa y pagar un auto
algo que en mi fuero más interno me da lo mismo
porque quisiera tener una casa en la playa y andar en bicicleta,
pero son los sueños de una mujer de 32 años y madre
esa que aplastó a la negra María José
esa que oscureció mis despertares...

La maternidad tiene de dulce y agraz
cada amanecer es una bendición cuando veo a León y Gabriel
cada rutina vale la pena cuando jugamos, cantamos y los huelo cerquita de mi pecho
cada noche es mágica con ellos a mi lado
sonriendo, soñando JUNTOS
 Pero me ha costado mucho aprender a ser madre
dejando de ser yo, aplazando mis sueños,
entregándome a la vida en familia
dejando que mi vida social se apague
viendo a mis amigos por redes sociales
no sabiendo lo que es un concierto, ni un buen libro,
ni mucho menos un momento en solitario y silencio.

Quizás sea una etapa y mañana nuevamente
cuando ya haya secado mis lágrimas
y luego de una noche abrazada a mis hijos
sienta que tengo la mejor vida del mundo,
a pesar de esos matices que a menudo me hacen dudar y sentirme frustrada.

León y Gabriel
solo quiero que sepan que los amo inmensamente
pero esta soy yo y estas son mis debilidades
una madre que a diario aprende pero a diario se equivoca
la única certeza que tengo
es que este amor por ustedes no se extingue, ni desaparecerá jamás
mis amados cachorros, mis maestros,
les enseñaré a vivir en libertad y a no aferrarse a nada ni a nadie
a  volar, a vivir, a gozar y a amar....

jueves, 5 de julio de 2018

Maternidad

Sin duda alguna la maternidad saca lo mejor de nosotras, aunque la historia y la literatura nos cuente de mujeres que han dejado niños privilegiando la libertad y el amor por sus parejas.
Siempre que me entero de dichas situaciones no logro comprenderlas, sobre todo cuando miro los ojos de mis niños quienes con su luz me expresan que me necesitan y que en mis brazos encuentran la
calma y el amor que necesitan.

No puedo negar que hay días y ocasiones en que quisiera arrancar de la rutina del hogar, irme lejos y en soledad disfrutar una copa de vino fumando un cigarrillo, hay otros en que el silencio se vuelve un bien superior y me doy cuenta que me he convertido en una oyente selectiva.

No puedo negar que sueño que sería de mí si hubiera cumplido mis sueños si hubiera viajado por América Latina o me hubiese casado. Si mi sueldo fuera para cumplir mis caprichos o pudiera comprarme unos pantalones sin tener que sacar cuentas.

No puedo negar que rememoro el pasado con una nostalgia supina, sintiendo con certeza que no habrá otro momento en mi vida en el cual me sienta amada y única, que sienta ser el centro del universo de un otro.

Debo declarar que a pesar de estos momentos sombríos en los que me pierdo ensimismada y egoísta, vuelvo a mi centro que son mis niños y hago el ejercicio de comprender que mis sueños y proyectos hoy son con ellos, que mi trabajo es para darles la mejor calidad de vida posible, que mis convicciones han cambiado porque las prioridades también lo han hecho y que aunque hoy en el dolor y la confusión de una depresión he de aprender que ya no soy la jovencita de 20 años dueña del mundo y que mi vida tiene dos razones muy potentes para seguir adelante.

Hay días en que me siento muy pequeña y me fundo en el abrazo de León quién con su infinito amor y sus ojos luminosos me reconforta y rearma el corazón perdido, hay días que el pequeño Gabriel con su infinita paciencia me enseña más de lo imaginado.

Soy una afortunada con este equipo que tengo a mi lado, con la compañía y el amor incondicional de mis afectos, con los abrazos eternos y la conversación justa, pero soy feliz sobremanera con la presencia de mis hijos en mi vida, con esas manitos pequeñas que caminan junto a mi que en mis brazos se sienten felices y seguros, por quienes a diario lucho con mis fantasmas, mis hormonas y mis inseguridades.

León y Gabriel se han convertido en la luz y los colores que mi vida necesitaba
Los amo
y a diario agradezco el tenerlos