martes, 1 de febrero de 2011

Vacaciones perversas


No sé si solo me pasará a mi, pero cada vez que el tiempo libre llega, vienen las inmensas ganas de mandarme más de alguna cagadita, de tomar el teléfono y hacer esa llamada de la que me contuve durante todo el año, de hacer una cita con quien evite, o de encontrarme a recordar viejos tiempos en algún sitio.
Las vacaciones sacan de mi el lado mas perverso, ese que deambula a media noche y me hace despertar con alguna idea sucia y exitante en la cabeza, ese lado que se posa en mi diciendo que sí a cualquier invitación a beber por ahí, a pasear, a caminar o lo que sea.
El tiempo libre me hace divagar por los recuerdos mas asquerosos y adornarlos de belleza para poder en completa tranquilidad hacer lo que no debo hacer.
En cada vacación de verano, invierno, fiestas patrias termino con alguna anécdota incontable, que me enorgullece cinco minutos y de la cual quisiera renegar eternamente.
Pero debo admitir que el verano es peor compañero, el intenso calor me obliga instintivamente a despojarme de la ropa y muchas veces del criterio, del sentido común, del pudor, de mis propias limitaciones y de mis preconceptos.
Amo las vacaciones por mas perversas que sean, quisiera un poco de cordura cada tiempo libre para no tener que recaer al siguiente tiempo libre.
Amo mis perversas vacaciones, aunque reniegue y me arrepienta, es mi locura mas explícita, soy yo en plenitud.

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