martes, 13 de noviembre de 2018

Depresión

Mi amado Gabriel ya tiene 10 meses de vida
y debo asumir que han sido muy difíciles.
No fue planeado, ni mucho menos,
llegó a una pareja semi destruida
en un nuevo hogar
lejos de mis afectos más importantes,
en total soledad, esa dolorosa soledad.

Llegó y trajo consigo una depresión
que sigue aquí
botándome en la cama de cuando en cuando
llenándome de interrogantes sin respuesta
y haciéndome caer en cuenta que mi vida ha cambiado.

Tengo 32 años y mi maleta llena de sueños se fueron a la misma mierda,
no me casé y quizá lo haga en mi edad adulta con mi último compañero y amor
no viajé por América Latina cual Che Guevara, a quién admiro y por quién mi hijo lleva su nombre
no volví a estudiar sigo enfrascada en una carrera con ganas de emerger pero sin posibilidad alguna
no tengo ahorros, solo deudas, algo que odio
no tengo un cuerpo bello, sino uno lleno de huellas del desamor; de mi propio desamor
no tengo sueños porque esos que tuve cuando era una joven valiente y feliz
los tuve que enterrar cuando me convertí en madre
y tuve que cambiarlos por otros más simples y llenos de estabilidad
no llenos de pasión ni libertad.
Hoy todo pasa por comprar una casa y pagar un auto
algo que en mi fuero más interno me da lo mismo
porque quisiera tener una casa en la playa y andar en bicicleta,
pero son los sueños de una mujer de 32 años y madre
esa que aplastó a la negra María José
esa que oscureció mis despertares...

La maternidad tiene de dulce y agraz
cada amanecer es una bendición cuando veo a León y Gabriel
cada rutina vale la pena cuando jugamos, cantamos y los huelo cerquita de mi pecho
cada noche es mágica con ellos a mi lado
sonriendo, soñando JUNTOS
 Pero me ha costado mucho aprender a ser madre
dejando de ser yo, aplazando mis sueños,
entregándome a la vida en familia
dejando que mi vida social se apague
viendo a mis amigos por redes sociales
no sabiendo lo que es un concierto, ni un buen libro,
ni mucho menos un momento en solitario y silencio.

Quizás sea una etapa y mañana nuevamente
cuando ya haya secado mis lágrimas
y luego de una noche abrazada a mis hijos
sienta que tengo la mejor vida del mundo,
a pesar de esos matices que a menudo me hacen dudar y sentirme frustrada.

León y Gabriel
solo quiero que sepan que los amo inmensamente
pero esta soy yo y estas son mis debilidades
una madre que a diario aprende pero a diario se equivoca
la única certeza que tengo
es que este amor por ustedes no se extingue, ni desaparecerá jamás
mis amados cachorros, mis maestros,
les enseñaré a vivir en libertad y a no aferrarse a nada ni a nadie
a  volar, a vivir, a gozar y a amar....

No hay comentarios: