viernes, 19 de marzo de 2010

Hasta Pronto


Hoy más que nunca, busco respuestas.

Busco soluciones para vidas que no me pertenecen y problemas que no me competen.

Llevamos días llorando la partida de ese flaco lleno de ánimo y energías, de sonrisas y esperanzas, ese iluminado y fuerte, que fue lejano por las circunstancias pero cercano por sus formas de relacionarse con los que le rodean.

Tu despedida fue la con más convocatoria que he visto, personas por todas partes rendiéndole honor a tu paso por la vida. De alguna manera eso me alegra, porque no soy la única que vio en tus ojos cerrados la paz que no encontraste en tierra y la que te llevó a abruptamente decir Adiós.

No fui importante en tu vida, sólo mi nombre conocías, quizás muchos detalles que otros obvian. No fuiste de aquellas personas que uno recuerda en momentos gratos y mucho menos a quien recurre cuando estamos en problemas, pero algo había y hay en ti que hizo que nuestra calle tan transitada por los tuyos y los míos se llenara de lágrimas, preguntas y rabia.

Quisiera dejar de preguntarme ¿qué pasó por tu cabeza? o dejar de pensar en tu hijo que muy al contrario tuyo no consiguió desaparecer hace un par de años. Hoy sus ojos se oscurecieron y su paso se aletargó para siempre.

Mañana me levantaré sabiendo que no te encontraré en la calle riendo, que no me preguntarás por mis hermanas y sus hijos, pero también me levantaré con la sensación de que la fragilidad de las decisiones me acorrala y me hace pensar dos veces.

Te fuiste y te extrañaremos, eso está claro, pero ¿qué quisieras que hiciéramos en tu nombre? Eso me lo pregunto también. Pero lo qué mas me apesadumbra en este momento es el pensar

¿Qué lleva a un hombre a desistir de la vida?


No quiero que esto me sobrepase, no quiero volver a tener entre mis opciones el borrarme del mapa de una vez por todas, no quiero jugarle chueco a la vida, no quiero creer que una cuerda o unas pastillas solucionarán mis problemas, no puedo detenerme a pensar en mí y sólo en mí, no quiero dejar de creer.

Quiero abrazar y besar a los que amo sin vergüenza alguna, quiero soñar, quiero creer, no quiero arruinarle la vida a nadie, quiero estar ahí, quiero ser feliz, quiero vivir.


Adiós flaco, te recordaremos y no te cuestionaremos, pido en honor a los tuyos que no te alejes mucho y dejes tu buena energía cerca, que la reconstrucción se hará compleja en tu ausencia.

Adiós sopita.

Más bien dicho HASTA PRONTO!

1 comentario:

Alex Durán dijo...

la muerte es una compañera diaria.