martes, 30 de marzo de 2010

Resucita en mí


Un año más para recordar y remecerme con la idea de estar en tus zapatos.
No sé cuál es el inicio de esto, creo que es culpa de mi madre chapada a la antigua, la que me obligó por años a ir a misa domingo a domingo, cuando nada de eso tenía sentido para mí, cuando era un sufrimiento ver clavado a un hombre en la cruz y salir por cada una de sus heridas mucha sangre, era un espectáculo un poco dantesco para mí.
Recuerdo mis antiguas Semanas Santas, llegando del colegio en un jueves lluvioso, sentada toda la tarde en el sofá de la casa, tapada con un chal, mirando el televisor, conmoviéndome con cada detalle nuevo que me entregaran las películas. Mi madre por su lado me daba leche caliente y se sentaba a mi lado.
El día viernes era de total silencio, no se hacía tareas, no se cortaba, cocía, ni nada que tuviera de por medio la utilización de objetos punzantes, el viernes cada uno debía ponerse en el lugar de Jesús y no realizar ninguna actividad que nos diera gozo, era día de rezar, de recordar y de evitar hasta los chistes o garabatos (de los que hoy soy adicta).
El sábado a misa, para esperar todos juntos la resurrección, volver a casa con la vela encendida para anunciarle a los vecinos que Jesús resucitó, los chocolates eran una excusa barata, la que nunca nos llamó la atención.
Así eran aquellas semanas, pero a medida que el tiempo hizo conmigo muchos desarreglos, me alejé de esa vida, (eso que cuando niña y adolescente quise ser monja, (lo que muchos dudan)). Me alejé por opción y decidí dar espacio a la incredulidad, me dediqué a oficiar muy bien mi nueva parada de atea y a llenarme de argumentos, pero había algo en mí demasiado vacío, que ni las dudas más fuertes podían llenar, ni los vicios humanos mas exquisitos podían calmar.
Necesitaba, necesito y sé que necesitaré siempre la presencia de Dios en mi vida, saber que hay motivos para sonreír y para continuar, para luchar y esperanzarme, para creer y motivar a otros a hacerlo.
He podido reconciliarme con la idea de ser creyente, y de luchar por aquello, de seguir adelante con mis motivaciones y de despercudirme de la idea de la religión preestablecida, esa que nos llena de cánones ideológicos que no tienen asidero alguno en la verdadera razón de seguir a alguien que es el amor y la admiración.
En estos días vuelvo al recogimiento, al silenciarme para escuchar a mi alrededor, y vuelvo a cargar la cruz de otro, pero no para hundirme en el dolor sino en fomentar en mí la empatía de sentir el dolor y la alegría de otros, vuelvo a ser feliz porque resucita y renace mi fe como cada año, vuelvo a creer, vuelvo a depositar mi vida en las manos de Dios, para que a través de mí consiga sus objetivos, porque sé que mi vida tiene un sentido cuando trabajo por ayudar a los demás, por ver que los que me rodean se iluminan y esperanzan, porque cada sonrisa de los pequeños me inunda de esa sensación liberadora que nos da la paz y el amor.
Una Semana Santa más en mi vida, quizás la que más he esperado, porque estás ahí y porque yo he vuelto a ver que me acompañas.

3 comentarios:

Alex Durán dijo...

algunos nunca nos dejan.

NegraNativa dijo...

Y eso me reconforta:)

Alex Durán dijo...

me alegra que no te provoque insomnio.