lunes, 10 de octubre de 2011

Balanza en equilibrio


Entre composiciones, sonidos, letras, voces, susurros, me retuerzo en mi letargo, corro de idea en idea entremezclándolas con mis más oscuras e inertes ilusiones, le doy un poco de realidad al evocar aromas, pieles, timbres, al situarme en lugares ya recorridos, en acompañarme por energías grabadas en mi piel, en mis sonrisas y mis lágrimas.

Octubre y su malograda idea de hacerme sucumbir, me traslada a mi más honda soledad, me hace recordar cada decisión, cada palabra dicha, cada acto cometido. Es el encargado de enrostrarme el paso del tiempo y el como he llegado a estas alturas del año, me hace poner en la balanza lo que he conseguido, los procesos avanzados, las muestras y evidencias de aquello y también lo que no logro hacer, lo que no fui capaz de solucionar, lo que me amarra a mis miedos y mis miserias. Han pasado los años y el doloroso pasado se presenta como una anécdota más para contar, cuando uno comienza a hablar sobre las tonterías que hizo en la adolescencia o de como los romances nos marcaron para las relaciones que hoy mantenemos.

Octubre rey de la balanza me mantiene impaciente por entender las cuentas de este 2011, por concretar mis ilusiones, por manifestar lo que estoy sintiendo, por besar y amar como loca, por recibir un sí en vez de un rechazo o una negativa, por una mano entrelazada con la mía escribiendo nuevos octubres, nuevas ilusiones cada vez menos maravillosas y mas carnales apegadas a la realidad, plasmadas en pieles, sábanas, miradas cómplices, proyectos, esperanzas.

Este octubre me hace llorar, como todos los octubres vividos, pero este tiene unas lágrimas nuevas, con menos que reprenderme por no haber hecho, con más agradecer y enorgullecerme por lo concretado, por mis nuevos sentires y mis esperanzas intactas.

Noches extrañas, noches placenteras, noches de octubre entre el frío y el calor, entre la soledad y la compañía, entre la distancia y la cercanía, mes de antónimos, de ilusiones, de espera.

Suena: Mecánica Popular / Tres escenas para el té

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