domingo, 1 de enero de 2012

Adiós 2011


Se va un año difícil en todo ámbito pero personalmente un año lento, lento en todo aspecto, un año extremo, un año agridulce, eterno a ratos, corto en otros.
A pesar de todo lo malo que nunca falta hay cosas buenas que valen la pena reconocer y que me animan a seguir luchando por el nuevo año que se avecina, para levantarme y tomar como un desafío la vida sin tener esos deseos enormes que me vienen a rato de escapar y desaparecer.
En primer lugar quiero agradecer a los amigos, esos que han permanecido allí al pie del cañón para contenerme y escucharme, para reir y gozar la vida, a esos amigos inseparables, que no se alejan nunca y que todo el tiempo dan señales de vida y a esos que a pesar de las distancias, de las responsabilidades, las decisiones, de la geografía no dejan de serlo, no dejan de tener un enorme espacio en mi corazón, en mi familia y en mis opciones. Gracias enormes a mis terapeutas que incansablemente se dedican a hacerme feliz, a crecer en la unión, en la lucha y en los sueños. Muchas veces la soledad merodea y nos hace sentir que por más personas que hay alrededor estamos totalmente solos, pero por fortuna cuando eso viene a mi cabeza aparecen esos ángeles que con un simple gesto me demuestran lo privilegiada que soy por tenerlos. Gracias por cada caminata, cada cerveza entre llantos, verdades y risas, por los cigarros más profundos, por los carretes, los cumpleaños, los reencuentros, los almuerzos y lo que más amo, por las eternas conversaciones sin conclusión alguna.
En segundo lugar agradecerle a la vida por esas personas que aparecen para quedarse, por los colegas y compañeros que vinieron a sorprenderme y a enseñarme,  por esas nuevas formas de relacionarse, por las posibilidades de crecer en la vocación y el humor, por saber que el paso de los años no deben encerrarnos en el materialismo, que la lucha colectiva tiene sentido cuando hay conciencia y cuando hay argumentos.
En tercer lugar y no por eso menos importante a la familia, al grandioso clan Muñoz Escobar con todos sus agregados, por ser quienes son, por no bajar los brazos a pesar de las dificultades que en este año no han sido menos, por cada abrazo enorme de mi padre, por su gran humor y sabiduría, por cada conversación con mi madre que aunque nuestro carácter nos haga pelear también nos hace amarnos enormemente, a mis cuñados por ser los hermanos que no tuve, por la paciencia para comprendernos, por la presencia y por hacernos parte de vuestras familias, a Mariela por la presencia y su incansable amor, por ser la persona más limpia que conozco, por su transparencia y su adorable mal humor, por ser mi comadre y confiarme a Emiliano, a Paola por ser mi nana a pesar de los años, por creer en mí, por cada abrazo cuando estuve decaida y por enseñarme que los sueños pueden cumplirse. A Emiliano por cada "te amo nina" que me hace retorcer el corazón de alegría, por cada juego inventado, a Tomás y su sonrisa inigualable, por sus conversaciones largas, por decirme que soy rica, por cada tarde compartida; a ambos por enseñarme a amar incondicionalmente, a entregar sin esperar nada porque ya me lo han dado todo.
Gracias a mis primas y mis tíos,  por amar enormemente a mis sobrinos, a nuestros sobrinos, por creer en el concepto familia y hacer que este trascienda.
Entre tanto y tanto debo agradecer a Dios porque todo lo que tengo es producto de algo mágico que yo le atribuyo a el, por las energías renovables del amor, por el renacer en cada lágrima, por limpiar nuestro cuerpo de cada enfermedad.
A pesar de que hay cosas que desearía cambiar de este año como las enfermedades, la soltería y la cesantía, debo aprender a agradecer por tener todo lo que tengo, y por lo afortunada que soy por que este año he aprendido, he ejercido, he amado, he reido, he sido completamente feliz.


Suena: Un año más / Tommy Rey

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