Este año ha sido inesperado, yo hubiese deseado armar el árbol y el pesebre en mi casa, adornar mis ventanas, comprar regalos a mi compañero, cenar lejos de los viejos y quizá venir a media noche a abrazarlos y celebrar, hubiese deseado cocinar una rica lasagna, un postre lleno de frutas y sabores, brindar con un rico ponche "que para eso tengo buena mano", tomar la mano de otro orando por un nacimiento que trae consigo el recogimiento y la esperanza.
Quizá comprar unos buenos discos de regalo, unos libros o entradas para conciertos venideros, pero el año tampoco me dejó bien económicamente por la falta de trabajo, quizá tener la casa llena, con pareja, con padres, hermanas, cuñados, sobrinos e hijos o embarazo (caso perdido) todos reunidos, pero no es así, yo no tengo familia propia (si una grandiosa que se remite a mis padres) y mis hermanas emigraron del todo hace un buen rato.
He deseado muchas cosas pero el destino y mis malas decisiones y acciones me han dejado donde estoy, cada día más confundida, más lejos de Dios y de los míos, más silenciosa y pesimista.
Iré a secar mis lágrimas, bañarme y a ayudar a mi madre a los últimos detalles para nuestra íntima fiesta, esperando que el famoso viejo pascuero se digne a traer algo para mí, me conformo con un poco de estabilidad y salud para mis viejos que no repuntan.
Otro año más en casa de mis padres, para mi con un poco de frustración, pero también con amor y agradecimiento por la posibilidad de tenerlos, de abrazarnos los tres a media noche y seguir sintiendo que somos familia; a esperar que aparezcan los niños más tarde a ver lo que hemos preparado para ellos y observar en sus ojos el verdadero espíritu navideño, la impresión y la ingenuidad y la alegría más pura.
¡Feliz navidad Papy y Mamy Monny! ¡Feliz navidad para mí!
Suena: Vértigo / Ismael Serrano
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